Queridos amigos.
En primer lugar debemos citar lo que nos informa nuestra Filosofía Rosacruz en relación con dos grandes leyes que rigen nuestras vidas, como son en realidad la del Renacimiento y la de Causa y Efecto o de Consecuencia.
Es por ello que todo lo que acontece en el mundo en que vivimos tiene una razón de ser, una causa previa que puso en acción una consecuencia inevitable directa, que igualmente tiene una relación estrecha con quienes la generaron, sea por ignorancia o desmedida ambición.
Así por ejemplo, en nuestro país (Argentina) se ha verificado un proceso de deforestación implacable, habiendo desaparecido bosques enteros acompañados en muchos casos por grandes incendios, muchos de ellos intencionales, con la mira de efectuar siembras de soja, por su alto valor, en esos campos que fueron devastados, o incluso a veces para hacer canchas de golf o espacios habitacionales cerrados con exclusivos fines mercantiles, desoyendo advertencias sobre los impactos climáticos perjudiciales.
Como resultado directo de estos desajustes, se han ido generando situaciones de grandes sequías en la mayor parte de la nación, como no puede ser de otra manera, ya que los grandes bosques generan humedad que permiten la formación de nubes, que luego descargan en forma de lluvia bendita que riega los campos sembrados.
Sumado a eso, hemos tenido días pasados récords históricos de altas temperaturas en varias provincias de nuestro país, como la mayoría de la gente lo reconoce al decir que nunca en su vida soportaron tanto calor y todo ello debido a la codiciosa mano del hombre que no tiene límites en su afán de acumular grandes sumas de dinero, sin medir para nada las consecuencias de su accionar.
Con respecto al flagelo que azota al mundo, desde hace ya casi dos años, hemos mencionado en otros escritos y lo reiteramos, que las Grandes Jerarquías Espirituales que nos gobiernan, permitieron que tuvieran lugar en el siglo pasado las dos grandes guerras que son muy bien conocidas y que tuvieron la finalidad, según Max Heindel, de hacer posible la eliminación de la catarata espiritual que cubría los ojos de la humanidad de entonces, aunque como sabemos, fue un rotundo fracaso en lo inmediato, ya que luego de transcurrir breve tiempo, todo pareció retornar a la normalidad.
Más tarde se sucedieron grandes plagas en el mundo, con mayor número de muertes que durante las dos guerras mencionadas, pero pasó el tiempo y también todo se normalizó, como si nada hubiera acontecido. Ahora tenemos el coronavirus, que nos viene obligando a quedarnos encerrados en nuestras casas, aunque no todos lo cumplen con responsabilidad y acuden masivamente a festivales y espectáculos deportivos, sin adoptar las medidas de protección ante un eventual contagio.
Ahora bien, nos podemos preguntar ¿cuál es el origen de este flagelo así como de las plagas anteriores que tuvimos? La respuesta está en el hombre mismo que viola de manera continuada y persistente todas las leyes de la naturaleza, que son las leyes de Dios, ya sea con sus actos crueles en perjuicio de seres humanos y animales, así como también por medio de pensamientos negativos, que dan como resultado la formación de pensamientos-forma destructivos que son creadores de elementales que se materializan luego, dando lugar a la formación de verdaderas pandemias como la que actualmente azota al mundo.
Este breve análisis, estimados amigos, lleva implícita la invitación para que meditemos profunda y serenamente, acerca de si lo que hemos planteado, puede ser realmente verdadero y muy digno de ser considerado en su verdadera magnitud y si lo creen conveniente, difundirlo entre las personas que muestren algún tipo de interés en estos temas.
Muchas gracias por vuestra atención y que Dios siga iluminando vuestras vidas.
Es un anhelo de los miembros de la Fraternidad Rosacruz.
Compartido por el Sr. Raul Sasia.
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