EL
NUEVO PRESENTE
por Francisco
Manuel Nácher
Las
Enseñanzas Rosacruces de Max Heindel han sido, para nosotros, como el
bachillerato, que nos ha conducido hasta las puertas de la Universidad. Con ellas hemos aprendido
todo lo necesario para ser conscientes de muchas cosas que ordinariamente han
pasado - y siguen pasando -
desapercibidas para mucha gente.
Pero ahora,
con las nuevas energías cósmicas que nos están nutriendo y que están haciendo
derrumbarse las instituciones de todo tipo en todo el mundo (Gobiernos, Iglesias,
Escuelas, Maestros, Guías, Gurús, credos, prejuicios, mandamientos, castigos,
infierno, pecado… y, sobre todo, miedo), ya en la “Universidad” (comienzo
de la Era de Acuario con todo lo que ello conlleva de adaptación a esas nuevas
energías, concienciación, levantamiento del velo con las consiguientes
ampliaciones de conciencia, desarrollo de la intuición, contacto con el Yo
Superior y percepción de la luz divina), nos urge ponernos al día, pues:
1.- Ya sabemos que somos chispas divinas (lo
dijo Max Heindel y lo dijo Cristo “¿No sabéis que sois dioses?”, “El Reino de
Dios está dentro de vosotros”, “Cosas como éstas haréis y aún mayores”, “El
Padre y yo somos uno”), pero no lo entendimos.
2.- Hemos comprendido que fuimos siempre –
gracias al libre albedrío de que estamos dotados – los verdaderos y exclusivos
creadores de nuestra vida. Es decir, que, cada uno de nosotros somos el
resultado de todas las decisiones que, a lo largo de nuestra existencia, hemos
ido tomando y, por ello, no podemos culpar a nadie de nada.
3.- Tenemos claro que sólo nos falta dar el
pequeño pero trascendental paso de aceptar que ha sido así y, en lo sucesivo,
crear nuestra vida del mismo modo, pero sabiendo que somos sus creadores, Y
sentirnos dioses, que es lo que realmente somos.
4.- Estábamos confundidos y creíamos que
éramos el personaje que cada uno estábamos representando en nuestra respectiva
vida cuando, en realidad, no somos el personaje, sino el autor de la comedia.
5.- Nuestro yo inferior (cuerpos físico,
vital, emocional y mental inferior) nos ha mantenido encerrados en las tres
dimensiones y en la necesaria polaridad: bueno o malo, positivo o negativo,
arriba o abajo, dentro o fuera, vivo o muerto, material o espiritual, etc.,
etc., etc.
6.- Ahora,
a.-
Cuando la física cuántica ya ha demostrado que la materia, como tal, no existe,
porque todo es energía en distinto nivel de vibración, incluido lo que llamamos
Espíritu (también lo decía Max Heindel que, además, añadía que los tres mundos
inferiores, Físico Emocional y Mental son “mundos de ficción”) y que, en las
dimensiones superiores, es posible estar en varios sitios a la vez y vivir
ajenos al tiempo y al espacio; b.- Cuando nos estamos concienciando de
que, realmente, somos dioses, partes del Creador y con todas sus atribuciones
y, además, de que, en los niveles superiores de conciencia, estamos unidos a
todos los humanos y a todos los demás reinos de la Tierra y del Cosmos, porque
no hay más vida que la de Dios, de la
que nosotros participamos;
c.-
Cuando esa luz cósmica que nos está bañando y compenetrando lo inunda todo y
hace que se vea toda la podredumbre que, a lo largo de milenios, la Humanidad
ha ido acumulando sobre sí misma y sobre la Tierra, a la que pertenecemos en
cuanto a criaturas terrestres, si bien con espíritu inmortal;
d.-
Cuando se nos está impulsando a conectar con nuestro Yo Superior, a hacerlo el
regente de nuestra vida, a respetar la intuición que, como nos dijo Max
Heindel, es “el conocimiento directo de la verdad, sin pasar por la mente”;
e.-
Cuando comprendemos aquella frase tan enigmática de Cristo (“Ama a tu
prójimo como a ti mismo”), que contradecía la enseñanza de los Maestros,
que parecían dar preferencia a los demás sobre nosotros mismos, y hemos
alcanzado a comprender que, si nos amamos a nosotros como partes de Dios, es
decir, si amamos a Dios en nosotros,
necesariamente, amaremos a los demás con el mismo amor, porque habremos
elevado a un nivel superior nuestro punto de observación. Y por eso nos es
posible concienciarnos de que somos Dios;
f.-
Cuando todo lo anterior nos ha permitido comprender el sentido de aquella
rotunda afirmación de Cristo de “La
Verdad os hará libres” porque, si somos dioses, nada nos puede limitar ni
atar ni someter;
g.- Cuando vemos claro que todas las
religiones y todas las enseñanzas de todas las Escuelas tuvieron que ser canalizadas
y que toda canalización (recibida siempre en forma de paquetes de información
cuánticos) ha tenido que ser “decodificada”,
para hacerla comprensible en un mundo de tres dimensiones, por el propio
canalizador, que nunca ha podido evitar, para ello, utilizar su propio léxico,
su cultura, sus experiencias, sus ilusiones, sus aspiraciones, sus prejuicios
sociales o espirituales, etc. y, de ahí,
el celo de todas las iglesias por erigirse en intérpretes únicos de la “traducción”
realizada y por condenar a quienes la interpretan de otro modo;
h.- Cuando contemplamos cómo ha cambiado el
mundo en cien años, en todos los aspectos, y nos damos cuenta de que, al
considerarnos los heraldos únicos de la Era de Acuario, habíamos cometido tres
enormes errores: el separarnos del resto de la humanidad (por ser los
“elegidos”), el haber mitificado, casi deificado a Max Heindel, y el habernos
cristalizado repitiendo, no sus
enseñanzas, sino nuestra interpretación de las mismas, en la cual nos
sentíamos cómodos, mientras el mundo avanzaba y cambiaba y crecía y se adaptaba
a las nuevas realidades, como exigíala ley de la evolución;
i.- Cuandotodo eso ha ocurrido y está
ocurriendo, nos está quedando claro que, aunque nos dé miedo – porque se nos
había siempre hecho depender de alguien, por encima de nosotros, que, como
“sabía más” se sentía autorizado para decirnos lo que y como debíamos hacer las
cosas y, por tanto, nos liberaba aparentemente de toda responsabilidad – hemos
de concienciarnos de nuestro papel de Hijos de Dios y de creadores y
responsables de nuestra vida, y empezar a decidir por nosotros mismos,
autónomamente, sin límites, ni enseñanzas, ni miedos, cosas todas ajenas e
incompatibles con Dios.
Nos gustaría terminar recordando las palabras
de Max Heindel en el prólogo de su obra capital, el Concepto Rosacruz del Cosmos:
“Lo
que se dice en esta obra debe ser aceptado o rechazado por el lector, de
acuerdo con su propio criterio. Se ha puesto el mayor empeño en intentar
exponer claramente las enseñanzas…hasta qué punto se ha logrado es cosa que
debe juzgar el estudiante, pero el autor se ve obligado a evitar que pueda
considerarse esta obra como una exposición, palabra por palabra, delas
doctrinas rosacruces.”
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