sábado, 7 de julio de 2018

La ruta del sonido - Capítulo 11 - vídeo en facebook -

CAPÍTULO 11 
LA RUTA DEL SONIDO 

La ruta del sonido la determina el trayecto que ha realizado desde el momento en que se produjo hasta cuando llega al cerebro. Cada sonido da lugar a ondas en el aire, tal como la luz. Estas ondas van en todas direcciones, de modo que si dos personas están exactamente opuestas, cuando el sonido se produce, ambas pueden oírlo. Si un árbol cae en un bosque solitario en otoño, producirá esas ondas, de la misma forma en que lo haría si hubiera una persona o una gran multitud en el bosque. 
Probablemente pienses que escuchas con esa extraña protuberancia de piel con forma de trompeta colocada al costado de la cabeza y que le llamas oreja, pero eso no es así. También podrías continuar escuchando los sonidos incluso si esa parte fuera eliminada, perdiendo algo sólo desde un punto de vista estético. La parte del oído que puedes ver es parte del oído externo, que incluye no sólo la parte en forma de trompeta, hecha especialmente para capturar las ondas de sonido, sino también el conducto que se ve cuando se observa más de cerca. 
Recibes la parte del sonido que es transportada por las ondas de sonido capturadas en la parte acampanada de la oreja, la parte externa llamada trompeta o cuerno acústico. El conducto auditivo externo recoge las ondas de sonido y las lleva hasta el oído interno. No hay dos tipos de orejas perfectamente idénticas. Seguramente habrás notado que algunas personas tienen orejas grandes, mientras que otras tienen orejas pequeñas. Probablemente has visto algunas orejas dispuestas a los lados de la cabeza de una manera muy divertida, o que parecen casi pegadas a ella. 
Si nunca has estudiado el oído, probablemente pienses que el arquitecto del Templo podría haberle dado una forma un poco más elegante, sin todas esas curvaturas, esos bordes y esas cavidades. Pero cada curvatura, borde y cavidad tiene un propósito específico y cuando logras entender esto, cada parte del oído te parecerá más fascinante. 
La forma de la oreja varía según el sujeto. Las aves no tienen orejas externas y la rana no posee esta fantástica herramienta. En algunas especies de serpientes, las orejas no están bien desarrolladas y es por eso que se dice comúnmente: "¡Eres sordo como una víbora!" .La mayoría de los animales pueden orientar sus oídos en la dirección de un sonido. Se dice que en América del Sur, cuando los caballos salvajes se mueven, tienen centinelas que advierten a la manada cuando se acerca un enemigo. El centinela que viaja delante de ellos, tiene las orejas hacia adelante, mientras los centinelas que viajan a los lados de la manada mantienen sus pabellones auriculares hacia afuera y el que va detrás del grupo mantiene sus orejas bien hacia atrás. 
Los seres humanos no pueden dirigir sus oídos pero, al hacer ejercicio, pueden intentar hacer que realicen un movimiento simple. El conducto del oído externo, también llamado canal auditivo, es de casi cuatro centímetros de largo y tiene una forma ligeramente curva. En la parte exterior, cerca de la entrada del cuerno acústico, hay algunas glándulas pequeñas que producen algo de cera. Ésta sirve para mantener el canal húmedo y además evitar que los insectos ingresen al órgano auditivo. 
El extremo interno del canal auditivo está cerrado por una capa de mucha piel delgada herméticamente fijada a su alrededor, formando una especie de piel de tambor: el tímpano. Si tocas un tambor, vibra y causa un ruido. Si las ondas de sonido afectan el tímpano, éste vibra enviando el sonido hacia el cerebro. Un tambor hecho por el hombre sólo puede producir un tipo de sonido: puede emitir sonidos altos o bajos, pero básicamente el sonido producido sigue siendo el mismo. En cambio, el tímpano del oído se pone en funcionamiento por un pequeño músculo, muy delicado: cuando un sonido agudo toca el tímpano, el músculo se contrae. Pero cuando el sonido es bajo, se distiende. Por lo tanto, se adapta continuamente a los distintos tonos, para producir diferentes sonidos. 
Del lado opuesto del tímpano, frente al canal auditivo, está el oído medio. Es un espacio pequeño y muy especial en el que hay tres pequeños huesecillos auditivos, los cuales debido a su forma, se denominan yunque, estribo y martillo. Estos tres pequeños huesos están conectados entre sí. El martillo está conectado al tímpano; el estribo se inserta en una pequeña abertura que da acceso al vestíbulo más interno y el yunque se encuentra entre estos dos. 
El oído medio no está cerrado: un pasaje largo y oscuro lo conecta con la garganta. Si pudieras seguir este pasaje hasta el final, te arriesgarías a ser ingerido. El pasaje se llama la trompa de Eustaquio y tiene la función de hacer ingresar el aire en el oído medio. Ahora intentemos un experimento: toma tu nariz entre tus dedos e intenta soplar cerrando la boca. ¿Quizás hayas escuchado una sensación extraña en el oído? Bueno, es debido a que forzaste el aire a lo largo de la trompa de Eustaquio, desde la garganta hasta el oído medio, y el tímpano fue empujado hacia el exterior. Ahora traga: la extraña sensación desaparece. Al tragar, se abre el tubo y el aire comprimido en el tímpano puede salir nuevamente. 
Dolores en los oídos pueden ser causados por la inflamación del oído medio. Es tan delicado que cualquier inflamación causa un dolor terrible. A veces el tímpano está tan comprimido que se perfora y el oído supura. El oído interno está formado por un túnel de viento y muchos pasajes secretos, habitaciones misteriosas y escaleras oscuras que sería imposible describir si no te mostrara un plano de la vivienda y con varias horas en explicaciones. 
Sin embargo, hay algunas cosas sobre las cuáles puedo iluminarte también en estas páginas. El oído interno es la parte que recibe los sonidos y te hace percibir muchas sensaciones agradables, está bien escondido entre los huesos que forman la caja craneal. Todos los órganos más delicados e importantes del cuerpo están protegidos por envolturas óseas. El túnel de viento del oído interno está lleno de agua para permitir que los sonidos vibren mejor. En esta parte de la oreja hay una extraña conchilla llamada cóclea. En el exterior, esta cáscara se asemeja a las conchillas y los giros o vueltas de un caracol, con una doble espiral en sí misma. En el interior hay dos escaleras, una que conduce al extremo más pequeño, mientras que la otra, comienza desde allí para llegar a la base. Entre estas dos escaleras hay un pasaje muy pequeño que contiene el instrumento musical más diminuto del mundo.
Los líquidos aumentan la claridad del sonido. De hecho, cuando estás en alta mar puedes recibir sonidos incluso desde muy lejos, que no podrías escuchar si estuvieras en tierra firme. El instrumento musical que se encuentra en el oído interno se llama órgano de Corti, apellido del hombre que lo descubrió. Es tan pequeño que no es posible verlo a simple vista, pero el microscopio ha revelado muchas cosas maravillosas sobre este instrumento vivo. 
Con la forma de un arpa, posee dos series de pilares con bases anchas, los cuáles se unen al vértice para formar una fila de arcos. Hay 9,000 pilares, formados por células musicales. Luego hay alrededor de 15,000 células ciliadas que trabajan juntas para hacer que cada sonido se escuche perfecto. Esta maravillosa arpa, compuesta de miles de cuerdas, puede reproducir todo tipo de música. Todas las melodías del mundo se realizaron en sus cuerdas. 
El arpa del oído, así como la cámara de los ojos, es un instrumento adecuado para colocarse en el maravilloso Templo del cuerpo humano. Con él puedes escuchar los truenos de una tormenta de agosto, el delicado sonido de una flauta, el débil zumbido de una abeja. Cada pequeña célula del órgano de Corti está en contacto con el extremo muy delicado de una fibra nerviosa. Todas las fibras nerviosas se agrupan y componen el nervio auditivo. El cual transporta los sonidos al cerebro donde son analizados y comprendidos, lo que el oído en sí mismo no es capaz de hacer. 
Imaginemos ahora la ruta de un sonido. La campana de una iglesia está sonando a unos dos kilómetros de donde estás. Cada vez que suena una campanada se originan ondas de sonido o vibraciones. Tales ondas sonoras viajan en promedio a unos 500 metros por segundo; nunca se detienen, sino que continúan extendiéndose por el espacio. Cuando arrojas una piedra al agua, los círculos concéntricos originados se expanden hasta que las olas se vuelven tan pequeñas que ya no puedes verlas; pero no han terminado de expandirse, sólo se han vuelto invisibles para tus ojos. 
Si estuvieras en medio del océano y lanzaras un guijarro en un lado del barco, los círculos concéntricos producidos de esta manera tocarían la costa. Cada sonido producido pone en movimiento el aire que rodea la Tierra. Si las ondas de sonido tocan tu tímpano, las oyes, pero numerosos sonidos surcan el aire sin que el hombre lo perciba. Los sonidos bajos producen ondas lentas y largas; sólo los sonidos que producen al menos dieciséis ondas por segundo pueden ser percibidos por el oído humano. 
El sonido más alto que podemos escuchar pone en movimiento casi cincuenta mil vibraciones por segundo. Un oído entrenado puede escuchar sonidos mucho más fuertes que otro oído que no haya sido ejercitado en tal sentido. Mientras tanto, la campana de la iglesia sigue sonando. Las ondas de sonido llegan a una velocidad de casi quinientos metros por segundo. 
Si tu oído atrapa algunas de estas ondas, las pasa al canal auditivo. En este punto comienzan su viaje dentro del Templo. Al final del canal auditivo, tocan la membrana del tímpano que comienza a vibrar al ritmo del tañido de la campana. El tímpano se contrae, las ondas sonoras lo sacuden en cada parte. Luego avanzan hacia la extraña cavidad donde se encuentran los tres huesecillos, que a su vez comienzan a vibrar. El sonido alcanza el huesillo llamado estribo y el líquido en el túnel de viento se mueve rápidamente, cubriendo las espirales del caparazón en todas las direcciones. 
De esta manera da lugar a ondas en el agua contenida en dicho caparazón. Tales ondas llevan el sonido a través de la maravillosa arpa y toca las cuerdas, entre los pilares. El sonido impacta los extremos sensibles de los nervios que comienzan a vibrar. Los nervios llevan el sonido de la campana a tu cerebro y tú, finalmente, percibes los compases. 
Incluso los sonidos se almacenan como recuerdos en la memoria y luego se pueden recordar en la mente. Presiona la tecla de un piano y mantenla presionada; luego presiona otra y retira tu dedo inmediatamente. Como puedes ver, en el primer caso las vibraciones continúan durante un cierto período, mientras que en el segundo caso finalizan inmediatamente. Si tocas varias teclas y las mantienes presionadas, no tendrán ningún sonido distintivo porque las notas producidas se fusionan. 
Cuando quitas los dedos de una tecla, una pequeña almohadilla dentro del piano, llamada amortiguador, se apoya contra la cuerda vibrante y amortigua las vibraciones. Lo mismo sucede dentro del oído. En el martillo, en el oído medio, hay una pequeña protuberancia que presiona contra el tímpano tan pronto como las ondas sonoras lo golpean. Esto interrumpe las vibraciones. Caso contrario, los sonidos que escuchamos se mezclarían y esto causaría una enorme confusión en el cerebro. Cuanto más estudias el Templo viviente, más te das cuenta de que cada detalle de su funcionamiento ha sido cuidadosamente planeado por el Sabio Arquitecto. 
La oreja es la entrada a través de la cual siempre puede llegar una enorme cantidad de sonidos. Entre los cuales puedes encontrar lo que estás buscando: el canto de los pájaros, el viento silbando en los árboles o el gorgoteo de una corriente en un valle y todos los sonidos producidos por la naturaleza que te darán bienestar y felicidad. Los nobles pensamientos, las amables palabras, las bellas canciones y la hermosa música, representan sonidos que traen armonía al Templo viviente. Las divergencias verbales o las notas discordantes, los sonidos vacíos que no tienen valor, la falsificación de las palabras o de la música, nada de ello es positivo para nadie ya que no aporta ni bienestar, ni salud, ni felicidad. 
No debemos olvidar que este maravilloso instrumento que acabo de describir, el oído, es un instrumento vivo y es parte del Templo del cuerpo humano. También es capaz de curarse a sí mismo: realiza su mantenimiento de forma autónoma, ya que la cerilla que se encuentra en el canal auditivo para mantener alejados a los insectos, gradualmente se seca y se renueva. La parte a reemplazar asume la apariencia de escamas blanquecinas que, ayudadas por el movimiento de las mandíbulas, son transportadas fuera de la oreja. 
No hay necesidad de hacer nada para mantener el canal auditivo limpio. Cuando estás bien, se mantiene limpio. Nunca debes pincharlo de ninguna manera: el hombre que dijo: "No debe introducir nada en su oreja que sea más pequeño que su codo", era tan perspicaz como ingenioso. Si un insecto consigue pasar el cerumen y se cuela en tu oído, intenta ponerle aceite tibio en la oreja para ahogarlo.
Nunca coloques nada frío dentro de tu oído. Antes de introducir agua, es necesario taponar el oído con algodón, sin olvidar retirarlo. Nunca te suenes la nariz violentamente, especialmente cuando tienes un resfriado, porque podría dar lugar a una inflamación en el oído medio. Además, taponar tus oídos continuamente puede ser muy peligroso: algunas personas han quedado sordas por esta razón. Las orejas deben protegerse del viento fuerte y del contacto con la nieve. Finalmente se debe notar que los sonidos los percibes mejor cuando también puedes ver el objeto o la persona que los emitió.

del libro

La Historia de Un Templo Viviente 
UN ESTUDIO DEL CUERPO HUMANO 
FREDERICK M. ROSSITER, B S., M.D. Y MARY HENRY ROSSITER, A.M.
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