domingo, 8 de julio de 2018

La células del tacto y los hilos de la vida - Capítulo 5 - vídeo en facebook -

CAPÍTULO 5 
LAS CÉLULAS DEL TACTO Y LOS HILOS DE LA VIDA 

Cuando los niños juegan a perseguirse el uno al otro, deben ponerse en contacto y tocar al oponente y luego intentar escaparse ¿Cómo es posible que alguien pueda reconocer que ha sido tocado? ¿Será la ropa que genera energía para que pueda sentirse ese contacto? ¿O es la piel o las paredes del Templo viviente el que percibe el contacto? Es decir, ¿crees que tu piel puede sentir el contacto? O cuando te lastimas y sientes dolor ¿es tu piel la que siente el dolor? 
Además, si se pone la mano sobre un pedazo de hielo, se comprobará que está frío. Si se toca un objeto sin percibirlo con la vista, se puede decir si es áspero o liso, redondo o cuadrado. ¿Es tu piel la que siente todo eso? ¡No! Tú controlas todo internamente, tal como un telegra-fista que supervisa un sistema interno de cables desde su oficina. Pero veamos cómo es que esto puede ocurrir. 
En los pequeños montículos de la piel, en las papilas, hay algunos organismos diminutos llamados células táctiles. Un cable delgado llamado nervio comienza desde un extremo de cada célula del tacto, que lo conecta al cerebro, al igual que el hilo del telégrafo permite al telegrafista de una pequeña estación conectarse a la estación más importante de toda la ciudad. 
Vuestro cerebro es la estación más importante y cada pequeña célula de contacto, está en estrecha relación con este maravilloso órgano. Algunas células de contacto dejan sentir el frío, otras el calor y aún otras el dolor. Otras en cambio tienen la tarea de advertir cada vez que algo entra en contacto con la piel. 
Durante miles de años la humanidad no había podido utilizar el telégrafo porque aún no se había inventado. Realmente pasó mucho tiempo antes de que un país pudiera recibir mensajes desde un lugar distante. Había tribus en la tierra que vivían tan lejos de nosotros que cuando supimos de su existencia, ya se habían extinguido hacía muchos años. 
Fue Dios, no el hombre, quien colocó un sistema telegráfico en nuestros cuerpos y no tuvo que esperar miles de años para obtener esa idea y poder concretarla. Desde el principio El concibe que en el cuerpo de cada hombre, mujer o niño, hay un sistema de comunicación perfecto y completo que conecta el cerebro con todas las partes del cuerpo, con cada músculo, hueso o célula, partiendo desde la cabeza hacia los pies. 
Sin este sistema de comunicación, el Templo viviente sería destruido en forma inmediata. Si se tiene una mano cerca de una estufa y no se recibe aviso, ese calor se puede hacer peligroso llegando a quemar seriamente la mano sin darse cuenta de ello. Pero el Arquitecto Celeste también pensó en esto y cuando el calor se vuelve insoportable, el hilo viviente dentro de cada célula del tacto transmite al cerebro el mensaje acerca del peligro inminente. Este mensaje llega con la velocidad del rayo al cerebro inmediatamente llevando la orden de quitar la mano. 
A veces alguien usa sustancias nocivas lo que ocasiona que el sistema telegráfico no funcione como debiera, lo que impide que ayude en momentos de gran necesidad, Pero esto será parte de otra historia. 
Las células del tacto son más numerosas en los labios, en las yemas de los dedos, en la punta de la lengua, en las mejillas, en los párpados y en las palmas de las manos. Esto encuentra su explicación en el hecho de que estas son las áreas del cuerpo con las cuales se va a tocar el mundo que nos rodea en forma muy frecuente. Sin embargo, hay guardias en todo momento que analizan nuestro Templo, que están siempre alertas para el caso de que alguna parte del cuerpo necesite ayuda en la piel. 
En las personas ciegas el sentido del tacto está muy desarrollado. Si un hombre es ciego, los pequeños organismos del tacto deben reemplazar la falta de la vista. Una vez pude ver a un muchacho ciego que lanzaba una pelota al aire y escuchando el ruido que hacía, podía atraparla antes de que cayera a tierra. Tanto el tacto como el oído lo ayudaban ya que no podía ver. También las células del tacto que están presentes en la boca y a lo largo del esófago son muy útiles, ya que nos impiden ingerir alimentos demasiado calientes que podrían causar quemaduras muy peligrosas.

del libro
La Historia de Un Templo Viviente 
UN ESTUDIO DEL CUERPO HUMANO 
FREDERICK M. ROSSITER, B S., M.D. Y MARY HENRY ROSSITER, A.M.

vídeo en facebook, desde aquí
https://www.facebook.com/rosacruces.acuarianos/videos/1080519752113308/

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