martes, 27 de diciembre de 2016

Dos preguntas y sus respuestas


Capítulo VI
DOS PREGUNTAS Y SUS RESPUESTAS

Un estudiante pregunta: “¿No es la Naturaleza culpable de las deformaciones en el Reino Vegetal y Animal, lo mismo que en la raza humana? ¿Puede existir una inteligencia perfectamente equilibrada y sana juntamente con una voluntad poderosa en un cuerpo deforme?”

En primer lugar sería apropiado preguntar qué es lo que se entiende aquí por Naturaleza. Bacon dice que Dios y la Naturaleza se diferencian entre sí como el sello y su estampa. La Naturaleza es el símbolo visible de Dios, y en nuestra época tenemos una fuerte tendencia a pensar en la Naturaleza en forma muy materialista. Pero en toda manifestación de la Naturaleza existen fuerzas, no fuerzas ciegas, sino inteligentes, que son las que motivan la acción. Cuando hablamos de electricidad, de magnetismo, de expansión del vapor, etc., en realidad se trata de inteligencias invisibles para nosotros, que se ponen en operación cuando se establecen ciertas condiciones. Los Espíritus de la Naturaleza forman las plantas, los cristales de roca y juntamente con otras numerosas jerarquías están trabajando continuamente en torno de nosotros, aunque invisiblemente; sin embargo, están siempre ocupadísimos en hacer eso que llamamos Naturaleza.

Son seres evolucionantes, como nosotros, y por el hecho mismo de que estén evolucionando se ve que no son perfectos y que, por lo tanto, pueden cometer errores que resulten en deformaciones o malformaciones, de manera que puede decirse que las inteligencias invisibles que hacen lo que nosotros llamamos la Naturaleza, son culpables de frecuentes errores, lo mismo que nosotros.

En cuanto a la otra pregunta respecto a si puede existir una inteligencia sana y equilibrada, así como una poderosa voluntad en un cuerpo deforme, podemos contestar que sí, indudablemente, pero como la expresión de esa inteligencia depende de la eficiencia de su instrumento, puede encontrarse obstaculizada por la deformidad física, en la misma forma en que un hábil obrero puede encontrarse obstaculizado en su eficiencia por el estado de sus herramientas.

La siguiente observación es muy digna de tenerse en cuenta: se dice en la obra Concepto Rosacruz del Cosmos que la facultad de percibir el espacio está relacionada con el delicadísimo ajuste de los tres canales semicirculares del oído, que señalan tres dimensiones del espacio. El pensamiento lógico y el talento matemático están siempre en relación con la precisión de su ajuste.

“Parece que la percepción de la cuarta dimensión ha sido obtenida por matemáticos de alto grado. ¿Podríais indicarnos si ha habido algún cambio en la disposición de esos canales semicirculares o cuál es el proceso que nos lleva a la conciencia de la cuarta dimensión?

“Parecería que los Espíritus de la Naturaleza y los elementales tienen esta conciencia de la cuarta dimensión, la cual constituye un grado superior al que nosotros poseemos actualmente y quizá superior aun al que poseen las abejas o los caballos de Elberfeld. ¿Queréis proveernos del eslabón que falta? ¿Qué es lo que hace al hombre o a la humanidad superior a estos seres y cuál es la disposición de estos canales semicirculares en el caso de esos caballos excepcionales?”

Para la mayoría de la humanidad las cifras constituyen algo absolutamente seco; no sólo carecen de interés, sino que son completamente aburridoras, porque estamos acostumbrados a vivir una vida objetiva entre otras personas y amigos, y damos expresión a nuestros deseos, sentimientos y emociones, y cuanto más intensos son, tanto más interesante encontramos la vida, mientras que, por el contrario, las cosas que no nos ofrecen ninguna emoción, las consideramos aburridas y sin interés. Por consiguiente, la mayoría no se ocupa de las matemáticas ni de nada que agudice la mente, sin despertar simultáneamente la naturaleza emocional.

Sabemos que Dios geometriza, y que todos los procesos de la Naturaleza están fundados en un cálculo sistemático efectuado en la Mente Maestra. Por cuanto Dios, como Gran Arquitecto del Universo, ha construido todo el mundo de acuerdo con cálculos matemáticos, entonces sabemos que consciente o inconscientemente el matemático va dirigiéndose por un rumbo que eventualmente lo llevará a encontrarse frente a frente con Dios y esto en sí mismo supone una expansión de la conciencia. Si consideramos el hecho de que cada uno de los canales semicirculares es realmente un nivel suprasensitivo, ajustado para indicar a nuestra conciencia los movimientos de nuestro cuerpo en largo, ancho y alto, también comprenderemos que su ajuste de precisión es necesario para la percepción en el espacio. Si son exactos, entonces la percepción en el espacio de esa persona es perfecta, y si se entregara al estudio de las matemáticas sus teorías concordarían con lo que ve en el mundo, y sus hechos reales.

En algunas mentalidades elevadas se engendra cierto amor por las cifras y los números, de manera que pueden reposar en esa mentalidad, que para los demás es fuente de cansancio y fatiga, y entonces el amor por las cifras puede despertar en él las facultades latentes, pero no debido a ningún cambio en los canales semicirculares, porque estas estructuras óseas no se cambian fácilmente en el curso de una vida. No queda duda alguna, sin embargo, de que todo aquel que tenga vocación por la música o las matemáticas formará más tarde, en el Segundo Cielo, esos canales con mayor precisión y ajuste, en el período que va desde la muerte a un nuevo nacimiento.

Con respecto a la conciencia de los elementales o Espíritus de la Naturaleza, es correcto presumir que tienen lo que podría llamarse una conciencia cuadridimensional, porque además de la altura, largo y anchura, existe lo que podríamos llamar compenetrabilidad de los éteres. Con la visión etérica se puede ver a través de una montaña y si tenemos un cuerpo etérico como el que tienen los Espíritus de la Naturaleza, entonces podemos caminar a través de las rocas más duras del granito. No presentarán esas rocas a nuestra marcha más obstáculo que el aire a nuestra marcha en la tierra. Y en realidad ni siquiera eso, porque aquí a veces nos obstaculiza el viento.
Pero aun entre los Espíritus de la Naturaleza hay diferentes entidades y una correspondiente variación de la conciencia.

Los cuerpos de los gnomos están formados principalmente por éter químico, y de ahí que pertenezcan a la tierra y sean terrenos, esto es: uno nunca los ve volando con los silfos. Pueden ser quemados en el fuego. También se van volviendo viejos, en una forma no muy distinta a la de los seres humanos.

Las ondinas que viven en las aguas y los silfos del aire también están sujetos a la muerte, estando sus cuerpos formados por el éter vital y el éter luminoso respectivamente, lo que los hace mucho más longevos, de manera que mientras los gnomos no viven más que unos cuantos centenares de años, las ondinas y los silfos pueden vivir millares de años, y las salamandras, cuyos cuerpos están formados principalmente por el cuarto éter, se dice que viven muchos millares de años. La conciencia que anima y forma estos cuerpos pertenece a un número de jerarquías divinas que están obteniendo más y más experiencia de esta manera, y las formas que están construidas de materia y están así animadas, han alcanzado cierto grado de conciencia de sí mismas. Durante esas larguísimas existencias, tienen cierto sentido de su propia vida transitoria, y en rebeldía contra este estado de cosas se produce esa guerra de los elementos, notablemente entre el Fuego, el Aire y el Agua. Imaginándose que se los tiene en esclavitud, tratan de liberarse de sus grilletes por la fuerza, y como no tienen bastante sentido para guiarse por sí mismos, corren desordenadamente, en forma destructiva, lo que a veces puede producir grandes catástrofes. La conciencia de los gnomos es demasiado lerda para que sean capaces de tomar la iniciativa, pero frecuentemente se hacen cómplices de los demás Espíritus de la Naturaleza, abriéndose pasajes en las rocas, lo que favorece luego las explosiones.

Sin embargo, todo esto nada tiene que ver con los caballos de Elberfeld u otros animales prodigios. Estos constituyen la vanguardia de sus respectivos Espíritus colectivos o grupales, y probablemente es la última vez que se han encarnado en forma animal. Cuando se producen estos casos, esos espíritus son relegados al Caos, donde tendrán que esperar durante la Noche Cósmica, hasta que sus hermanos menos dotados lleguen al estado de desenvolvimiento necesario para comenzar su evolución humana en el Período de Júpiter.

del libro Temas Rosacruces UNO 
publicado por Estudiantes de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel

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